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Sophos. Para quienes nos gusta pensar.

Resurgimiento del Mundo Moderno. Comentarios y citas del capítulo del libro Los Juegos y los Hombres

Desde el punto de vista antropológico, la historia puede mostrarnos una gran variedad de representaciones por medio de la máscara, pero en el mundo moderno, sólo quedan dos, que es el antifaz y la máscara del carnaval. Pero en nuestro tiempo actual, que no es la Moderna, esas representaciones se han modificado y van teniendo sólo una utilidad, porque las fiestas de antifaz ya no poseen esa fuerza que tenía en su época Victoriana, y en el carnaval, parece más un desfile que un carnaval, en su sentido pleno ausente de cualquier uniforme policial para "controlar" la fiesta.

Por otra parte, el capítulo pretende mostrar la importancia social del simulacro (mimicry)  y del vértigo (ilinx) y en qué espacios se representa cada una de ellas. Por ejemplo en el carnaval hay una experiencia del simulacro, y en las ferias está el vértigo. Además, es importante en la lectura del capítulo percibir los rastros de uno en el otro, es decir, del vértigo en el simulacro de los carnavales y del simulacro en las ferias. Pero hay otro lugar que hace parte de la sociedad, y no obstante es un lugar aislado para ellos en la ciudad, cuando es la ciudad quien lo frecuenta, y es un lugar en el que expresa en un aroma único el simulacro y el vértigo, desde los que parodian a los dioses a los que se dejan hipnotizar por el vértigo, siendo, lo más particular posible, una experiencia cercana de lo sagrado que tiene de origen el significado de las máscaras. Este lugar es el circo.

Con lo anterior, espero que tengan muy en cuenta las siguientes citas de cada subtítulo de este capítulo recordando la lectura general del mismo:

Introducción:

“Por minuciosos que se desacredite la virtud, que se enrarezca su empleo, que se domestiquen o se neutralicen sus efectos, la máscara y la posesión corresponden a pesar de todo a instintos lo bastante  amenazadores para que sea necesario concederles algunas satisfacciones”

“El simulacro y el vértigo, la máscara y el éxtasis se asociaban constantemente en el universo visceral y alucinado que su colusión mantuvo durante tanto tiempo”

“En efecto, en una sociedad libre del embrujo de la pareja mimicry-ilinx, la máscara necesariamente pierde su virtud de metamorfosis. Quien la lleva ya no siente encarnar los poderes monstruosos con que ha investido el rostro inhumano”

“La propia máscara ha cambiado de apariencia… pues adquiere una nueva función, estrictamente utilitaria.”

 

La Máscara y el Uniforme:

“La sociedad moderna no conoce sino dos supervivencias de la máscara de los hechiceros: el antifaz y el máscara grotesca del carnaval”

“En un mundo en que las relaciones sexuales son objeto de múltiples prohibiciones, es sorprendente que la máscara -(antifaz, lobo), con nombre de animal raptor e instintivo- figure tradicionalmente el medio y casi la decisión ostentosa de hacer caso omiso de ellas”

“Toda la aventura se lleva en un plano de juego… en una atmósfera  y dentro de límites de tiempo que la separan de la vida corriente y que en principio la hacen sin consecuencia para ella”

“El carnaval es una explosión de licencia que… exige el disfraz y se basa en la libertad que implica”

Ahora no se trata de aventuras galantes, de intrigas tejidas y resueltas a lo largo de una sapiente esgrima verbal en que las parejas sucesivamente atacan y esquivan. Son bromas groseras, atropellamientos, risas, provocadoras, actitudes descuidadas, mímicas bufonas, incitación permanente a la algarabía, a la francachela, al exceso de palabras, de ruido y de movimiento”

“Si se enoja, queda descalificado: se niega a jugar, no comprende que las convenciones sociales han sido sustituidas de momento por otras, destinadas precisamente a burlarse de las primeras”

“Más cerca de la paidia que el ludus, simplemente permanece por entero del lado de la improvisación anárquica, del desorden y de la gesticulación, del puro gasto de energía”

 

La Feria Ambulante:

“Las ferias y los parques de atracciones, en que inversamente no se usa la máscara, constituyen en cambio los lugares de elección en que se encuentran reunidas las semillas, las trampas y los atractivos del vértigo”

“Además, en el caso de las ferias, si carácter cíclico agrega a la ruptura en el espacio cierto corte en el tiempo, que opone un momento de paroxismo al desarrollo monótono de la existencia cotidiana”

 

El Circo:

“Ese mundo cerrado y riguroso constituye el lado austero de la feria”

“La sanción decisiva, la de la muerte, está obligadamente presente en él, tanto para el domador como para el acróbata. Forma parte de la convención tácita que vincula a los actores y a los espectadores”

El Trapecio:

“…el vértigo no aparece en el trapecio tan sólo como un obstáculo, una dificultad o un peligro; por lo cual el juego de los trapecios se parta del alpinismo, del recuerdo obligado al paracaídas  de las profesiones que obligan al obrero a trabajar en las alturas”

“El vértigo constituye en el trapecio el propio resorte de proezas que no tienen más fin que dominarlo”

“los saltos se efectúan en un estado próximo a la hipnosis…Cierto, el acróbata debe calcular el impulso, el tiempo y la distancia, la trayectoria del trapecio…La conciencia es mortífera…El funámbulo sólo triunfa si está hipnotizado por la cuerda; el acróbata si está lo bastante seguro de sí para atreverse a confiarse al vértigo en vez de tratar de resistirlo”

 

Los Dioses que Parodian:

“En la mitología figura como el héroe  que mete la pata, travieso o estúpido según los casos, quien, durante la creación del mundo, estropea la obra y a veces introduce en ella un germen de muerte, mediante sus limitaciones fallidas de los ademanes de los demiurgos”

“Con filiación o sin ella, la mitología y el circo coinciden para arrojar luz sobre un aspecto particular de la mimicry, cuya función social se halla fuera de discusión: la sátira”

 

Autores Incipientes en las ciencias sociales

Autores Incipientes en las ciencias sociales

Sin ánimo de confundir, las ciencias sociales es lo mismo que una sociología. Hablar del logos en lo social, es en cuanto su necesidad del pensamiento científico. Así, por eso digo, la sociología es una ciencia social.

Como lo hemos ido trabajando, son cuatro autores los responsables de una ciencia que más que una, son varias teorías que han tenido muy en cuenta una misma preocupación: entender los cambios sociales. Es decir, así existan posiciones diferentes sobre el qué y cómo son los cambios sociales, cada una de ellas enriquecen porque no hablan de objetos, de cosas, sino de individuos entre otros individuos.

Pero hablando de ‘cosas’, hubo dos pensadores que se dieron a la tarea de demostrar que la sociología era una ciencia, y eso no está mal, cómo serlo si somos sujetos que amamos las ciencias, que buscamos un orden lógico de la salud para con la comunidad, sino que lo que determina un avance científico es el modo como interpretamos cierto avance. Resulta que Augusto Comte y Emile Durkheim determinaban el avance científico desde un enfoque cuantitativo, en el que se procedía de modo experimental, porque, en el caso particular de Durkheim las sociedad debe verse (es decir, tomarse científicamente) como un hecho social, en el que podemos observar (es decir, proceder cuantitativamente, donde el sujeto con un saber puede saber el comportamiento de lo observado). Lo que pasa es que Comte, como iniciador de la sociología, fue un poco más radical desde su idea de cómo únicamente avanzaba la ciencia: Un método universal que así como se aplicaba en las ciencias exactas, se aplicara en la sociología, por eso, en últimas, hay que construir es El Método. “El”, no uno y ya, sino uno que sirva para toda ciencia, porque para Comte no había varias, sino una, que se desarrollaba en diferentes ramas: matemáticas, biología, geometría y, por supuesto, la ciencia social.  Como estas ciencias exactas avanzan por elementos existentes, que habitan un lugar, que no hay duda que se tiene, como nadie niega que cuando alguien tiene mocos, tiene mucha tos y escalofrío, es porque es positivo (lo tiene) teniendo gripa. El método de Comte no es sólo un diseño para recoger datos, sino un elemento existente, un elemento que habita por sí y que es único para avanzar la ciencia, lo cual, en últimas, se le considera que la ciencia debe ser positivista: partir de hechos, de cosas existentes, que para lo cuantitativo, es lo que se basa en la experiencia.

Pero repitamos, ¿es apropiado asumir los actos humanos, como hechos, es decir, desde lo que se observa, y no dar el ánimo de duda de que son sólo observaciones? ¿No es acaso particular admitir que un sujeto se acerca como un observador teniendo un saber fundado para describir por ese mismo saber lo que siente, lo que piensa, lo que vive otro que no es más que otro sujeto que también interpreta? Y mucho más si se pretende que YA se tiene EL método para observarlos, siendo hasta un riesgo ético tal caracterización porque se ha definido que no hay modo de equivocación científica. Pero recuerden, eso DEL método es de Comte, ya que Durkheim no admitía tal positivismo, admitiendo que la sociología debía encontrar su método apropiado, sin olvidar, eso sí, a modo de ver este autor, que sigue siendo una ciencia que avanza a partir de la observación, sin olvidar que la sociedad son hechos observables, estudiándose como si fueran cosas. Estos hechos sociales, para Émile, son elementos externos que influyen en la conducta humana, que lo cohíben, así que sus actos dependen de esas estructuras externas que en particular se ha basado a partir de dos modelos para lograr cambios sociales: la mecánica y la orgánica. Tengan en cuenta lo que viene a continuación, porque aun seguimos con el cuantitativo Durkheim, y el introducirá un término que para nuestro presente suena muy de la voluntad humana, muy de los valores o cualidades: solidaridad. Nuestro personaje supone que lo que ha hecho que un cambio social a otro no pierda su continuidad, que ha hecho que así haya existido grandes y violentos hechos sociales en una época y otra, es la solidaridad, que no es más que una especie de dependencia pero que el mismo medio ofrece, como la mecánica y la orgánica, lo cual, por falta de tiempo y cansancio en mis manos, repasen su diferencia a partir de sus apuntes. Partiendo de esa ya clara distinción, de nuevo repito: es una solidaridad que el mismo ambiente, los mismos elementos externos hace actuar a las personas.

Y vaya complique cuando llega nuestro tercer sociólogo y nos hace la siguiente afirmación: las ciencias sociales no avanzan por medio de un empirismo (a modo muy de Comte), sino de un modo práctico. Y lo que permite esa practicidad en las ciencias sociales es no desconocer la historia, es decir, lo que se conoce como una historia comparada. Mirar la historia, pensaba Karl Marx, permite mayor análisis para comprender los cambios sociales, más cuando se admite, como Durkheim, que un elemento exterior ha hecho que nos condicionemos: la economía, la cual ha avanzado es a partir de luchas de clases, de intereses entre grupos. Y aunque admita esa dependencia por lo económico, no obstante, las ciencias sociales para lograr su fin como ciencia, es no valerse de su observación del hecho social existente, sino de la historia, una historia que depende de la narración del ser humano, del registro académico que éste siempre representa la conciencia de la clase dirigente de esa época.   Y aunque es lo económico la base del cambio social, ésta no se debe evaluar de modo pragmático, sino práctico, que, como se ha dicho ya, es conociendo la historia, para redireccionar la noción de lo económico: el desarrollo, y no ese modo, para Marx, desequilibrante de la dependencia entra la clase proletaria y el capitalista.

Así, para concluir, así existan posiciones diversas entre estos tres pensadores, hay un común: ven al sujeto como un ser atado a los elementos externos. Pero, Max Weber, no obstante, aun leyendo a Durkheim, aun leyendo a Marx, descubre que todos ellos han olvidado partir de algo importante para la sociedad: el individuo. Porque para él entender los cambios sociales desde hechos sociales, es olvidar que es la Acción Social la que logra esos cambios, una acción que no es solo un hacer, porque un hacer lo podemos lograr por el ingenio humano, sino un acción porque este representa un sentido para el sujeto. No es el hacer del niño de comportarse porque el profesor le pondrá un 0.0 si se comporta mal, sino el sentido del niño cuando tiene una acción de ayudar a su amigo al no denunciarlo ante el señor profesor que tiene el poder de registrar el 0.0. Eso tiene sentido para ese niño que es un sujeto y habita en un espacio dentro de un grupo de personas que se relacionan con él. Porque cada acción tiene un contenido de validez, una idea que le da validez al pensarla. Y lo que debe hacer más una ciencia social es el crear, desde la población misma, un Tipo Ideal en el que un grupo de personas se identifiquen a partir de sus necesidades, lo cual hará que su hacer se convierta en una acción social, de sentido para el sujeto en su rol que lo caracteriza. Y más cuando no se niega la importancia de la economía en el desarrollo humano, pero que sólo  el actor sabrá desde su conciencia social, gracias al ideal, usarla para transformarla. El miedo está cuando o el sujeto está muy ocupado para interpretar su medio o muy entretenido en un sistema que lo especializa para que sea eficiente y el valor por el sentimiento pase a ser sólo de una consideración privada, porque la burocracia para Weber no es más que reducir el hacer el hombre a un sistema que se considera eficiente para evitar errores, pero ¿qué de la urgencia, del dolor, de la emoción? ¿debe pasar por un burócrata para que nos dé permiso de llorar? Cada vez somos el medio de un sistema, y de tanto olvido de un tiempo que es subjetivo y que reside en nuestro corazón, más existirá ahora sí, la preocupación durkheniana: la anomia.

La Propuesta de Rodolfo Llinás

La Propuesta de Rodolfo Llinás

Lo que ahora vamos a explicar es cómo las tormentas eléctricas que son autorreferencial tienen un movimiento Modular, que es la propuesta de Llinás.

¿Qué intenta Llinás con la modulación? La relación entre las propiedades ya existentes en el que se desplazan las neuronas con la información que el cerebro recibe en tiempo real a partir de los sentidos. Esa relación es el modelamiento, el cual el autor lo desarrolla, por una parte, con el movimiento de oscilación y, por otra parte, y en conjunto, en los de resonancia, ritmicidad y coherencia.

 Oscilación:

Lo primero que hay que corregir es la pretensión que se ha tenido de que todas las neuronas tienen una misma actividad, y es en el caso del sistema nervioso en el que más se detalla sus diferentes características. Así que, de acuerdo con lo anterior, cada una tiene un tipo de actividad que permite caracterizarlas debido a su función. Lo que les confiere esa característica es a partir de su tipo particular de actividad eléctrica. Por eso, no es adecuado decir que la actividad (movimiento) eléctrica es en todas las neuronas del sistema nervioso iguales.

La célula tiene una membrana que la cubre, por esta membrana se manifiesta un tipo de actividad eléctrica con forma de onda ni picuda ni encuadrada, sino sinusoide. Tal actividad no muestra un patrón fijo lineal, sino que son dinámicas debido a la agilidad de respuesta que debe conferir. Como se ha dicho que esta sinuosidad se manifiesta en toda la célula, también en las crestas de las dendritas que, de acuerdo a eventos eléctricos amplios puede ser evocado. Ojo, tengan presente, que la mal interpretación a la explicación de Llinás es creer que nos está hablando de cómo la neurona emite una información a otra, pero a lo que se está refiriendo es al de evocar, es decir, traer, asimilar. Por eso dice: “se trata de señales poderosas que pueden recorrer grandes distancias y que conforman la base de comunicación entre neuronas” Habla no de las ondas como si estuvieran expulsando una información y que entre más fuerza eléctrica tengan más recorrido pueden lograr, sino que es el estímulo de estos potenciales que una onda puede manifestarse o una o más de cuarenta oscilaciones por segundo. Por eso dice que: “los potenciales de acción constituyen los mensajes que viajan a través de los axones de las neuronas”, es decir, las de carga positiva porque son los que entregan información. Así que mientras la célula manifiesta ondas por una eventual información por potenciales amplias, recibe una carga por medio del axón de otra célula que añaden o sustraen lo que la modulación sinusoidal estaba evocando.

Con lo anterior, Llinás muestra que hay una predicción dentro de la célula por medio de las ondas sinusoidales. Porque cuando habla de las propiedades intrínsecas oscilatorias es cuando la neurona comienza a manifestar estas ondas y los potenciales sinápticos es cuando reciben la información directa con otra neurona que modifica la señal oscilatoria que tenía la neurona. Este tipo de relación es la base del proceso funcional de cerebro  y de todo su desarrollo.

 Coherencia, ritmicidad y resonancia

 Para que exista una resonancia, debe ir un ritmo, que es por medio de una corriente alterna (coherencia), que nace del mismo ritmo intrínseco en cada neurona. Esa amplificación (resonancia), que no es más que por la coherencia de ritmo, es un estado funcional. Esto permite que otras neuronas, ubicadas remotamente, puedan evocar la señal y contribuir con la resonancia. Pero este ritmo no es unísono, no es como una melodía plana en el que no existe alteración (información nueva que entra en conjunción con lo sinusoidal), ya que entonces no estaríamos en contacto con el mundo externo por medio de los sentidos que viven en un inagotable campo de información. Los cuales, no sólo traducen lo que reciben, sino que deben emularlo. Si fuera un proceso de traducción, sólo imagínense el pequeño desfase de respuesta ante las eventualidades de mundo externo. Precisamente para que la respuesta del cerebro con lo que recibe por los sentidos sea en tiempo de acuerdo al momento recibido, debe emularlo, como adelantarse a lo recibido que permite responder en momento contextual a lo que recibe por los sentidos.

Es este proceso de emulación que su estructura funcional es isomorfa con el mundo externo. ¡Todo esto no es formidable! Una entidad que es endoesquelética sin embargo es el actor de todos nuestros movimientos que son exoesqueléticos. Y la estructura de uno es tan diferente, su coherencia tiene todo un movimiento tan descontinuamente rítmico para que el movimiento sea ligero, fino. Es decir, si aplicamos un ritmo contráctil a un músculo para aumentar su volumen, este ritmo es abstraído por el cerebro en el que, claro está, sus resonancias no es para nada de movimiento contráctil del músculo  sino que es de tipo sinusoidal.

Epistemología no es sólo gnoseología, como ciencia no es lo mismo que conocimiento

Epistemología no es sólo gnoseología, como ciencia no es lo mismo que conocimiento

 

Popularmente en la academia [1], se confunde epistemología con gnoseología (teoría del conocimiento), y aunque la epistemología puede partir de alguna teoría del conocimiento o discutir sobre ella, de por sí la teoría del conocimiento no es epistemología. Fuera de esa diferencia, existe también una distinción entre conocimiento, saber y ciencia que es importante desarrollar.

Una teoría del conocimiento es una gnoseología, teorizando cómo el ser humano aprende lo que aprende, y así permite nuevas propuestas pedagógicas en la educación y replantea potencialidades humanas hasta el momento no valoradas u olvidadas. Además, no podemos negar que cada individuo adquiere conocimiento constantemente, no sólo dentro de la escuela, sino constantemente, en un proceso de adaptación. Ahora bien, si un saber, como puede ser por ejemplo Ciencias del Deporte y la Recreación (en adelante CDR), pretende desarrollarse por su bagaje científico, por medio de la investigación científica, lo cual la epistemología revisa que esta rama no contradiga con las nuevas y más fuertes interpretaciones gnoseológicas. Pero este saber, que intenta enriquecerse con las investigaciones, no logra una coherencia con las teorías del conocimiento por sí mismo, por lo que necesita de una reflexión agregada para discutir sobre las consecuencias, las causas, las implicaciones de la gnoseología y con todo el entorno que lo compromete, porque aun así en la revistas de investigación se demuestre nuevos hallazgos que hasta comprometen anteriores teorías asumidas como verdaderas, la costumbre de quien las enseña le dificulta asumir el nuevo paradigma, los nuevos descubrimientos que hasta pueden poner en tela de juicio todo el contenido que lo caracteriza dentro de una carrera universitaria. Allí entra la epistemología, recordando que la ciencia no es el contenido dominante hasta el momento, sino algo más trascendente, en el que valora toda teoría en búsqueda de una mayor objetividad de la naturaleza de las cosas.

Hablar de ‘saber’ nos exige diferenciarla de ciencia. Existen ciencias, como son la biología, la matemática, la física, las ciencias sociales, y aunque unas se cataloguen duras y otras blandas (y tal catalogación precisamente puede generar una discusión epistemológica), y de ellas se desprenden saberes, como puede ser la biología molecular, la veterinaria, medicina, sociología, antropología, todas ellas tratan de estar aseguradas por una objetividad que lo logra (o lo intenta) la investigación. Y hablar de qué métodos, o qué instrumentos y el por qué de esos usos, no es más que metodología de la investigación, otro conocimiento direccionado conocido en muchos saberes y no, como se ha asumido, que es epistemología, porque sería olvidar que la epistemología es una reflexión filosófica de la ciencia, y ésta no se reduce solo en los métodos que se aplican.

Así, digamos que existe el conocimiento como término general, sin una implicación directa sobre si éste es bueno o malo, sólo es un contenido adquirido. Lo que permite o logra que un conocimiento sea correcto, bueno, y por ende enseñado, compartido, divulgado, es gracias a una revisión de éste por medio de su nivel objetivo, su nivel social, su nivel de desarrollo. Porque, de acuerdo a ese origen etimológico de la epistemología (episteme) el conocimiento necesita de una base para asentarse, lo cual es en pro del ser, es decir, de la humanidad, de la comunidad. Por tanto, podemos decir que lo que le da criterio de ciencia es todo aquello que tiene la potencia para construir bien-estar en términos no individuales, sino sociales (civilizadores).



[1] En ocasiones el personal en una academia recurre a un uso de sentido común de un término pero que puede estar alejado de su sentido logrado por las reflexiones teóricas.

Análisis de la lectura Del Ser al Hacer de Maturana (Introducción. Realidad que se va configurando).

Análisis de la lectura Del Ser al Hacer de Maturana (Introducción.  Realidad que se va configurando).

Para entender no hay que resumir, sino el de vivir oración por oración el ritmo de sentido del escritor.

1.a Cuando el autor habla de un supuesto ontológico, es afirmar (como lo hacía la tradición metafísica) que nuestra mente tiene un proceso natural, esencial para pensar sobre el ser de las cosas (El Ser es esa esencia que contiene todo lo demás separándolo sus propiedades particulares –recuerden el ejemplo del árbol-. Pero Maturana no cree en esa diferencia y división). Por eso él dice que el observador es libre porque ese supuesto no es natural cuando cada uno de ustedes experimenta el mundo y por ello se puede reflexionar críticamente y validar si algo es cierto o falso. ¿y cuál era la necesidad de que la metafísica buscara el Ser de las cosas? Porque suponían que al encontrarla lograban una definición universal en el que todos los particulares participaban de esa universalidad. (Sólo imaginen que su forma de pensar en su forma de ser se aleja a la definición universal de cómo debe ser usted. Prácticamente cada uno de nosotros tenemos que acomodarnos a esa definición, eliminado otras posibilidades de expresión)

1.b Debido al punto anterior, en la época tradicional de la epistemología para explicar lo que era el conocimiento y la percepción partían de ese supuesto ontológico, lo cual Maturana al no creer en ese supuesto afirma que para reflexionar críticamente sobre el conocimiento y la percepción partía del mismo operar como él percibía y conocía lo que percibía (un árbol por ejemplo) y conocía (las propiedades o características de ese árbol).

1.c/1.d Y como la percepción y el conocer es un proceso natural del cerebro, cuando se estudia se está en la rama de la biología, pero al comprenderlo desde un proceso de reflexión no duda Maturana que está haciendo filosofía. Recuerden que en una clase les dije que también es epistemología cuando se reflexiona sobre cómo el ser humana conoce lo que conoce. (en un diccionario pueden encontrar como definición de epistemología: filosofía de la ciencia) Comprender el conocimiento es dar bases a la ciencia; reflexionar sobre las bases de la ciencia, es decir, el conocimiento y la percepción, es hacer filosofía, es decir, epistemología, pero para que Maturana no cayera en una explicación tradicional afirma que ha hecho una nueva metafísica (que nosotros en clase llamamos viraje).

2.a Observen este punto con atención: “perjudica nuestro entendimiento de los distintos mundos que generamos en nuestro vivir”. ¿Cómo así que hay distintos mundos que vamos generando a lo largo de nuestra vida? Usemos de ejemplo lo del documental MUNDOS PARALELOS, pues no es que el autor esté asumiendo la posición de la mecánica cuántica sobre diferentes universos (eso en el texto no nos lo afirma), sino que asume que cada uno de nosotros es un mundo, porque lo que experimenta cada uno de nosotros lo experimenta de forma única, individual, y fuera de eso va creando posibilidades diversas de ver lo que ve a partir de su percepción y conocimiento. Y eso es gracias a la reflexión, al filosofar, pero si nos sumimos a definiciones universales (Ver 1.a), eliminamos esas posibilidades perjudicando nuestro entendimiento de los distintos mundos que generamos en nuestro vivir. Y Maturana hace este énfasis debido a que estamos en una época de la historia en el que asumimos que una cosa es la ciencia y otra la filosofía, pues cuando nos hablan de ciencia, pensamos inmediatamente en lo práctico de la vida, en cambio filosofar lo asumimos como hablar de cosas extrañas que no tienen nada que ver con lo práctico. Esa realidad (de ver la ciencia y la filosofía distintas) es consecuencia por la cultura ya arraigada de la metafísica tradicional en nuestra estructura de pensar.

2b. Pero no es simplemente culpa de la ciencia que las personas hoy consideren que la filosofía no habla más de cosas ajenas a lo real, sino que la misma filosofía tradicional cayó en la pretensión de que tal tarea suya era llegar a los universales, a las verdades últimas, es decir a esas definiciones universales en el que todo particular participa (ejemplo: la definición de hombre y usted como persona particular participa a esa definición universal de hombre) y la ciencia por su parte afirmarse sólo como un proceso que se dedica a los hechos, a lo práctico. Por eso, para diferenciar esta filosofía, o esta epistemología nueva, hay que referirnos de una FILOSOFÍA DE LA NATURALEZA.

2.c Este tipo de filosofía reconoce que el hacer parte de nuestras experiencias de la cotidianidad. Porque si seguiríamos con la idea tradicional de la filosofía de saber la esencia del hombre, supondríamos que lo que hacemos en la cotidianidad no es esencial en el ser humano para definirlo y conocer y hasta predecir su hacer en sus actos diarios. No es más que una contradicción que nota Maturana, porque si buscamos definir universalmente al hombre (es decir buscar su esencia) para predecir su naturaleza y así saber por qué actúa como actúa, sin tener en cuenta su hacer en la cotidianidad ya que son accidentes o expresiones banales, ¿por qué definirlo para algo que no es más que una expresión sin importancia: su hacer en la cotidianidad? Pero para Maturana las relaciones que un ser biológico con otro ser son esenciales estudiarlas, porque es desde allí que crea, que construye, y genera un sentido. ¿Y por qué el autor habla de técnica? Para demostrar que la filosofía debe partir de algo que antes consideraba sólo de la ciencia: lo práctico.

2.d Así que para entender a este entidad humana biológica es esencial partir de esta nueva metafísica, porque al partir de lo tradicional (modo trascendental) es partir de una generalización que no permite comprenderlo desde las relaciones propias que la entidad logra en su propio espacio.

3.a Es por eso que para Maturana es esencial ahora escribir sobre la experiencia cotidiana de un ser humano, ya que es en esta el origen de su identidad, de su desarrollo. Si yo quisiera explicar el sentido del amor en nuestra vida, le daré un sentido de acuerdo al sentido que he tenido del amor, así pretenda demostrarme a mí mismo que no me he enamorado, pero esa no experiencia me da un sentido de lo que es el amor, porque los sentidos que le damos a algo tiene una coherencia sólo desde las experiencias de nuestra vida. ¿Así que no hay forma de hablar de algo que no se ha experimentado ya que se dice sólo de acuerdo a una coherencia de experiencia? No es circular, dice Maturana. Desde esa correlación es que surge  un punto interesante: conocer el proceso en el que al observador le surge las explicaciones de lo que está explicando desde el sentido coherente de sus experiencias.

3.b Pero tengan en cuenta que explicarlo no requiere de un alejamiento de tipo tradicional entre varas coincidencias de sentido para llegar a una comprensión global, no se necesita de una base atemporal, esencial, sino que puede ayudarnos a entender el cómo al centrarse en el dominio de las coherencias operacionales (Decir dominio operacional, es como decir que hay una coincidencia del modo como opera el sujeto al frente de lo observado)

3.c Esta nueva propuesta de ver el “cómo” sigue siendo una explicación científica, así no sea al modo tradicional. Una explicación científica que nace desde las mismas explicaciones del observador desde la coherencia de sus experiencias, y así los científicos digan que sus explicaciones de un nuevo orden estén fundamentadas en leyes universales (la experiencia de ver la manzana cayendo se reduce a la ley de la gravedad que Newton justificó) no obstante sin ese modo operacional de OBSERVAR objetos cayendo sería un hablar de sordos, porque he experimentado caer objetos, tanto manzanas, como guayabas, como mangos, todas estas se convierten en una abstracción al lenguaje de la ley, pero para que se haya convertido en una fórmula era necesario la experiencia de objetos caídos.

4.a/ 4.b Y como Maturana es inteligente y para no caer en la contradicción de su propia teoría, al decir que el sentido de algo surge de acuerdo a la coherencia de la experiencia del sujeto, él justifica que ese sentido que le da a la ciencia se debe porque desde pequeño ha sido espontáneo al dejarse percibir por la naturaleza en su dinámica. Aunque el dominio operacional es ser curioso y espontáneo en los niños a esa edad, tuvo la suerte que ese fuera tomado como fundamento de su desarrollo.

5.a Y ese unificar la experiencia de la cotidiano, como algo tan fugaz como la base de la coherencia de sentido para las explicaciones, no se puede tomar como una adaptación de la religión o filosofía oriental, ya que en últimas consideran este mundo cotidiano como un experiencia no indicada para asumir la verdad de la eternidad en la plena humildad. En la experiencia cotidiana de cada uno de nosotros, sabiendo que son distintas a la de cada uno, es desde allí que se crea la realidad. O sea, no es que la realidad está ahí y luego tú llegas a ella para interpretarla, sino que ella es una estructura debido a tus experiencias y no que hay una idea previa universal (trascendental) de la realidad y tú llegas a participar a ella. Son tus experiencias que le da sentido a un mundo exterior, un sentido espacial que no es repetitivo por tener todos un mismo cuerpo, sino por un plural mundo de emociones que vive de lo efímero y nos allega los sentimientos como constancia a esa fugacidad.

LA LÚDICA DEL PENSAMIENTO METAFÓRICO

LA LÚDICA DEL PENSAMIENTO METAFÓRICO

CARLOS ALBERTO JIMÉNEZ V.

Magister Comunicación y Educación

PHD Profesor Titular Universidad Libre Seccional Pereira

 

El pensamiento metafórico es la capacidad que tiene el cerebro humano, especialmente el hemisferio derecho, de poder establecer conexiones entre aspectos o fenómenos que son diferentes, pero que de multiplicidad de formas, comparten rasgos o elementos comunes. De hecho, es producto de la forma como el cerebro procesa información analógica, a través de una estructura de conocimientos y de saberes interrelacionados. Aún así, los seres humanos no son receptores pasivos de conocimiento como lo plantean algunas teorías comunicativas y educativas sino que por el contrario, son participantes activos de la interpretación de modelos, los cuales en muchos casos son analogías que ellos mismos, o un agente externo, les propone.

 

Los estudios sobre la metáfora son comunes en la poesía y la literatura, pero son relativamente escasos los trabajos que estudian el pensamiento metafórico como mediador entre los saberes, los conocimientos y las fantasías.

 

En los procesos de desarrollo psicosocial, es un hecho evidente que los pensamientos metafóricos se viven con  mayor intensidad en los niños pequeños; a medida que van creciendo se convierte, en algunos arte y creatividad expresada en multiplicidad de formas artísticas (pintura, música, poesía, entre otras):  Muchos adultos niegan su existencia, sin comprender que tanto a nivel filogenético como ontogenético llevamos por dentro un niño que en muchas oportunidades hace estragos a nivel del inconsciente, como una misma negación de lo consciente.

 

El pensamiento metafórico, cuado se produce, a nivel oral o escrito, es muy similar al sueño, ya que en este último lo visual inconsciente se funde con los sentimientos, con los saberes, con los conocimientos, con los afectos, con los sonidos, con nuestras experiencias, con nuestros recuerdos, con nuestro miedos, con nuestras fantasías y ausencias para producir un relato tan hermoso y tan lleno de imaginación como son nuestras pesadillas y sueños románticos.  Lo difícil consiste en tener la capacidad suficiente de describir los sueños en toda su magnitud metafórica como lo hace magistralmente el escritor William S. Burroughs en su libro Mi educación.  En su primer cuento dice: "Yo estaba ante el mostrador de una aerolínea en un aeropuerto, donde había una mujer vestida de un uniforme gris delante mío estaban tres personas haciendo cola. Pero cuando llegué por mi boleto, la mujer me dijo: "Usted no ha terminado todavía su educación" y también de un sueño muy reciente que es el último del libro y sucede en un tren de Inglaterra: Tenía heroína en un bolsillo del Alborroz y pensé: si me pillan en la aduana diré que me tienen que soltar para poder terminar mi educación. (Citado en el Magazín Dominical El Espectador 1995). Según el autor "Los sueños son tan reales como la vigilia, si es que la vigilia tiene algo de realidad".  Para el investigador colombiano Rodolfo Llinás "un sueño es como un libro abierto".

 

La metáfora nace en el mundo de los sueños, donde se originan los símbolos. Lo único que hace el cerebro es un proceso de transformación simbólica llena de acciones, personajes y dichos.  Para Freud, el trabajo del sueño es esencialmente metafórico.  En este sentido, cae por su propio peso teórico la visión simplista de interpretar los sueños sólo como símbolos oníricos.

 

Las metáforas son construcciones humanas que actúan como campos de significaciones múltiples, relacionados con la fantasía y la cultura como una necesidad que tiene el hombre de apropiarse de la naturaleza, no  por las propiedades intrínsecas de los elementos que la conforman, o por los beneficios que le producen al hombre: lo hace humanizándola en su afán de comprenderla.  De esta forma,  el orden humano se independiza de las propiedades estrictamente naturales de las cosas.  Del reto del conocimiento surgen la magia, la fantasía, la religión y el arte.

 

LENGUAJE POÉTICO

 

En el pensamiento metafórico, el lenguaje utilizado es poético y posee un carácter simbólico como el que se presenta en la lúdica.  De hecho el lenguaje puede sustituir en forma sincrónica diversos elementos lingüísticos.  Una cosa reemplaza a la otra y así, sucesivamente se va estableciendo una continuidad representativa de carácter holístico que se encarga de apropiarse de la totalidad y no de lo fragmentado. 

 

En esta forma los conceptos se pueden volver abstractos, para hacer familiar lo extraño dentro de una concepción altamente creativa y asociativa, convirtiéndose en una invitación cognitiva que permite ensanchar nuestra mente para poder descubrir y explicar el mundo del saber y del conocer dentro de una concepción creativa que permita concepciones diferentes.  Según Manfred Max Neef, "Para mí el acto creativo comienza cuando yo me integro con, cuando soy parte de, cuando penetro profundamente algo y sobre todo si lo penetro con amor, es decir, con el deseo de poderme potenciar sinérgicamente con el".(Citado en Material fotocopiado de la gobernación del Quindío, secretaría de Educación 1992 Pág. 12)

 

Las concepciones teóricas anteriores no permiten separar las ciencias, del arte y de la fantasía, ya que el mismo pensamiento metafórico, es de por sí una obra de arte en la que un sólo icono, un sólo símbolo, puede representar una totalidad. Un todo ligado al goce, al placer, a la diversión, a la imaginación y a los retos de la fantasía que implica dicho proceso.

 

A nivel del desarrollo psicosocial del niño, en sus primeros meses juega con su cuerpo y luego con los objetos y los sonidos. De igual forma, sus partes corporales se convierten en las primeras manipulaciones lúdicas por ausencias psíquicas en muchos casos: el dedo por el pezón de la madre, el sonajero para reemplazar la ausencia de la madre etc.  A decir de Freud, el juego nace de las imposibilidades del niño de poder satisfacer sus deseos.

 

Después de los dos años empieza a aparecer en el niño la unión del pensamiento y del lenguaje en toda su magnitud metafórica.  La gramática misma del lenguaje le permite gestar posibilidad del manejo de códigos maternos o códigos cotidianos caracterizados por la simplicidad sintáctica, muy diferentes a los códigos formales adquiridos en el paso por la escuela formal o informal.

 

El capital cultural lúdico adquirido en su desarrollo humano le permite al niño la capacidad de soñar, de imaginar, de fantasear a través de la metáfora.  En otras palabras, de jugar con el lenguaje, como lo hace el arte y la poesía.

 

METÁFORA – HOGAR

 

La capacidad de producir, entender y enseñar a partir de la metáfora no sólo es competencia de la escuela formal, sino de la misma formación cotidiana, que empieza en el hogar.  De esta forma se podrá proponer una "Didáctica de la seducción y del reto" para que a los adultos, comprendan estos procesos en forma natural y espontánea.

 

El pensamiento metafórico, a diferencia de otras formas de pensamiento, no se puede ver sólo desde el punto de vista analítico o lógico como siempre lo hacen los docentes, que inclusive lo utilizan en su cotidianidad de muchas formas, sino que hay que mirarlo como construcciones significativas individuales y a la vez colectivas. Esto se debe a que, la metáfora puede estar entre la persona y lo cultural colectivo sin ser este un proceso mensurable como se hace con la mayoría de los conocimientos en la educación.

 

El pensamiento metafórico permite encontrar en los procesos cognitivos las similitudes y las diferencias.  Los sujetos en este sentido se acercan de una forma divertida al conocimiento. De hecho, una de las formas de explicitar este tipo de pensamientos consiste en preguntarle al niño o al adulto ¿"En qué se parecen esto y aquello y en qué se diferencian  -  Por qué?

 

El anterior proceso se puede realizar en el contexto familiar y en la escuela formal, permitiendo un proceso enriquecedor de las mismas  prácticas didácticas familiares y escolares

 

COMPARACIONES

 

En términos de figura literaria la metáfora consiste en hacer comparaciones abreviadas como por ejemplo "La primavera de la vida".  Etimológicamente su significado es el siguiente.  META: más allá y PHEREIN: llevar. Es así, como analizar la metáfora como actividad exclusiva de la poesía y de la literatura  no es el propósito de este ensayo, sino  verla como una figura básica del pensamiento encargado de procesar información, conocimientos y saberes para construir el discurso normativo de la cultura partiendo de nuestra cotidianidad.

 

El pensamiento metafórico, de esta forma  tiene que ver con nuestros sueños, fantasías, ausencias y presencias. También con nuestro consciente e inconsciente; con nuestros actos fallidos, nuestras lapsus. Por otra parte el pensamiento metafórico tiene que ver inclusive con todo aquel maravilloso mundo de la comicidad, del chiste y de la risa.

 

El pensamiento metafórico dentro del espacio inconsciente actúa como un lenguaje mediador entre los individual y lo cultural colectivo.  Para Lacan, "el inconsciente está estructurado como un lenguaje". Cabría entonces preguntarnos ¿Cuál será realmente su gramática y su lógica? Para este autor el inconsciente es el discurso del otro.  En esta forma, el orden simbólico y normativo gestado por la autoridad familiar, en cabeza del padre y de la madre, tiene que ver con este discurso, porque fueron los generadores de la identidad sexual y del lenguaje materno. De esta forma, en la metáfora del espejo, Lacan plantea que el niño, entre los seis y ocho meses, se sonríe frente a su imagen, porque conoce al otro.  Muy diferente a los animales que no ríen frente a su imagen, pero que sí pueden, inclusive, ovular como lo hace una paloma.

 

El aparato psíquico humano por su alto grado de complejidad y de utilización, no descansa ni de día, ni de noche como el mismo corazón.  En el sueño, el inconsciente trabaja dentro de un espacio de significaciones múltiples de índole metafórica, así tenemos que para Freud el trabajo del sueño es esencialmente metafórico.

 

De esta forma el sueño se encarga de transformar una serie de pensamientos, sentimientos, experiencias y recuerdos (contenido latente), en representaciones signálicas y simbólicas que lógicamente se encuentran relacionadas con el pensamiento, el conocimiento y la comunicación humana. Los signos para Locke, son indispensables tanto para la formación del pensamiento, como para su exteriorización. Estos mecanismos en el sueño se hacen a través de personajes, acciones y dichos (contenido manifiesto).  En este espacio de asimilación y de confrontación nace la metáfora para Lacan, produciendo un lenguaje estructurado, de por sí poético, que se realiza en el orden de las substituciones, a través de un contexto lingüístico que se da al mismo tiempo (sincrónico), produciendo, en últimas, lo que Freud denomina condensación. Para este sicoanalista la metáfora es un campo de significaciones múltiples complejas que son indescifrables como simples símbolos oníricos.

 

UNA POR OTRA

 

Con relación al elemento de desplazamiento argumentado por Freud, una parte aparentemente sin importancia en el relato del sueño, adquiere gran intensidad en todo ese cúmulo de pensamientos y de fantasías, que en términos lingüísticos se denomina metonimia que como figura literaria consiste en designar una cosa por otra, así por ejemplo, El Alma  por la persona.  En esta forma no es sincrónica sino diacrónica, es decir, el sentido del texto se da por continuidad y un sólo término puede representar un todo Ejemplo: "canas" puede significar vejez, experiencia, sabiduría, enfermedad etc.; "poder" puede significar riqueza, dominio, autoridad etc.

 

La lúdica en la génesis del pensamiento metafórico habría que buscarla en el origen mismo del lenguaje, donde pensamiento y lenguaje se fusionan en las primeras metáforas productoras de mapas culturales, e inclusive, cognitivos de los niños. El niño transforma y recrea el mundo cuando se apropia del juego de las palabras a través de infinidad de manipulaciones lúdicas como las que se refieren al uso de los sonidos, el chupeteo, el uso del sonajero, etc. Estos hechos están ligados con el lenguaje materno, que le permite al niño nombrar, mostrar objetos en forma simbólica (2-3 años), marcando para éste la iniciación a la complejidad del mundo simbólico.

 

La cotidianidad en estas edades comienza a regirse por el orden de la cultura, como un espacio normativo donde se tejen todo tipo de significados materiales y espirituales, por medio de acuerdos, proverbios, relatos y mitos que se han ido creando y legitimando por la familia y las instituciones educativas.  Afortunadamente los niños tienen el placer o la lúdica de descubrir las reglas de la cultura a través de diferentes juegos de rol o juegos protagonizados (jugar a mamá, a papá, al doctor etc.), en donde las risas se confunden con la apropiación de las normas de la cultura.

 

El pensamiento metafórico es en esencia un pensamiento lúdico que habita en el niño y en el adulto en toda su dimensión humana, el cual se manifiesta a través de infinidad de formas, en la poesía, en el humor, en la literatura, en el arte, en la ciencia, etc.  Como mecanismo de pensamiento de alto nivel, permite no solamente trabajar en el espacio de las analogías, sino en el de las diferencias para poder llenar el imaginario de relatos mágicos y fantásticos producto de la relación estrecha de interpretación hombre - naturaleza.

Para Bergson, "La ilusión cómica es la ilusión de un sueño, si la lógica de lo cómico es la lógica de los sueños hay motivos fundados para esperar que en la lógica de lo risible se encuentra todas las particularidades de la lógica del sueño". (1984:163)

 

 

CARLOS ALBERTO JIMENEZ V.

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Bajo Estrés

Bajo Estrés

 

Bajo estrés

En momentos de estrés, la capacidad mental y muscular se maximiza. Pero con el tiempo, esta respuesta puede provocar enfermedades y reducir la agudeza mental.

Por Robert Sapolsky

Si estás leyendo esta revista, lo más probable es que no tengas lepra o desnutrición ni debas interrumpir la lectura cada 10 minutos para correr al baño a causa de una disentería. Y seguramente tampoco tienes parásitos hepáticos del tamaño de un puño. De hecho, es muy factible que vivas varias décadas mientras tu cuerpo se degrada progresivamente. Los seres humanos occidentalizados gozamos del privilegio de llevar una vida bastante satisfactoria y larga antes de morir de enfermedades ocasionadas por la acumulación de daños, como cardiopatías, diabetes, cáncer y apoplejía.

El tiempo que vivimos depende, en buena medida, de una lotería biológica. ¿Tu hígado procesa bien el colesterol? ¿Tu páncreas secreta suficiente insulina? Tu salud también podría depender de otras interrogantes aún más peculiares. ¿Comes más cuando sientes que no te quieren? ¿Crees tener el control de tu vida? ¿Cómo se desempeñan las personas que comparten tu condición social?

Todas estas preguntas tienen que ver con la forma como enfrentamos el estrés, tema de investigación en el que he invertido 30 años y cuya revelación más importante, tanto en el laboratorio como en mi trabajo de campo con papiones de África oriental, es que las repercusiones del estrés en la salud no estriban exclusivamente en la respuesta de nuestras células y órganos, sino en la forma como nuestra psique hace frente a las circunstancias de la vida: tal vez un jefe tiránico en el lugar de trabajo o, como es más común en la actualidad, la falta de un lugar de trabajo. En última instancia, trátese de un papión de la sabana o de un trabajador desempleado, el estrés se determina, en buena parte, por la forma como encajamos en la sociedad o, mejor dicho, por el lugar que creemos ocupar en la sociedad.

Cómo matar de hambre a un león
Empecemos por definir el término estrés. El cuerpo trabaja constantemente para mantener su equilibrio en un estado idóneo de temperatura, presión sanguínea, niveles de glucosa circulante que usa como energía, etcétera. Un agente estresante es cualquier factor que rompa ese equilibrio. Supongamos que fueras una cebra de la sabana: en tal caso, un agente estresante sería un león rasguñándote, literalmente, los talones. Para escapar necesitas, antes que nada, energía instantánea para impulsar tus músculos y, por ello, un aspecto importante de la “respuesta al estrés” es la producción de una hormona llamada epinefrina (también conocida como adrenalina), la cual transforma de inmediato la energía almacenada en compuestos circulantes más simples: ácidos grasos y glucosa. También aumentan tu frecuencia cardiaca y respiratoria, así como tu presión sanguínea. Si la energía llega a tus músculos en dos segundos en vez de tres es más factible que sobrevivas. Al mismo tiempo, las hormonas del estrés, en especial unas denominadas glucocorticoides, entran en tu cerebro y agudizan los sentidos y mejoran ciertos aspectos del lenguaje y la memoria. Estás más alerta y te concentras mejor.
La respuesta al estrés también interrumpe actividades que podrían desperdiciar la energía almacenada. Se inhibe la digestión, proceso lento y costoso desde el punto de vista fisiológico, lo cual tiene lógica porque, en vez de usar la energía para digerir el desayuno, mejor la aprovechamos para no convertirnos en almuerzo; tampoco es momento de preocuparnos por conseguir algo para almorzar, entonces también se suprime el apetito. Asimismo se inhiben procesos como el crecimiento y la regeneración de tejidos, por no hablar de la reproducción: es evidente que no es momento de ovular, producir espermatozoides o emprender el proyecto de desarrollar la cornamenta mientras se escapa de un depredador. Por otra parte, no hay mejor momento para prepararse a reparar posibles lesiones y, así, tus defensas inmunitarias contra infecciones se disponen a entrar en acción. Unas células sanguíneas denominadas plaquetas se vuelven pegajosas para que, al adherirse unas con otras, formen coágulos que interrumpan la hemorragia de una herida. Por último, el cerebro recibe una descarga de dopamina, sustancia relacionada con el placer que ayuda a amortiguar el dolor.

Pocos tenemos que preocuparnos de ser perseguidos por un depredador, aunque en ocasiones debamos esquivar algún auto a gran velocidad o mantenernos desesperadamente alertas mientras conducimos a casa durante una tormenta de nieve. El problema estriba en que tendemos a activar la respuesta al estrés no sólo cuando pasamos por una crisis a corto plazo, sino también cuando, por ejemplo, estamos atascados en el tráfico y nos asalta la angustia de los impuestos, o bien cuando realizamos actividades cognitivamente sofisticadas, como sufrir por un trauma del pasado remoto o pensar en la muerte que finalmente nos dará alcance en el futuro. Somos tan inteligentes que incluso activamos la respuesta al estrés al mirar una película de horror.

Pero si activamos crónicamente la respuesta al estrés, a la larga nuestra salud paga las consecuencias. Empecemos con el sistema cardiovascular. Si la presión sanguínea se eleva varias veces, la turbulencia de esas oleadas de sangre ocasionará daños microscópicos en las paredes de los vasos sanguíneos. Gracias a ello, la grasa, la glucosa y el colesterol movilizados por la respuesta metabólica al estrés tienen mayores posibilidades de adherirse a la pared dañada. ¿Y recuerdas esas plaquetas que se vuelven pegajosas para formar coágulos? Pues ahora complican el problema pegándose al sitio dañado. Todos estos efectos incrementan la probabilidad de formar placas arterioscleróticas, remedio infalible para desarrollar enfermedades cardiovasculares.

¿Qué hay del cerebro? Mientras las hormonas del estrés aumentan el estado de alerta en las primeras etapas de respuesta, un estrés importante y prolongado puede tener el efecto contrario. Te vuelves más propenso a la ansiedad debido a los glucocorticoides que dilatan las neuronas en la amígdala, región cerebral responsable del temor y la angustia. También se debilitan las neuronas en el hipocampo, parte del encéfalo que interviene en el aprendizaje y la memoria, y en la corteza frontal, región crucial para el raciocinio. El resultado es que se afecta nuestra capacidad para aprender y tomar decisiones. Además, también se agotan las concentraciones de dopamina en la región cerebral relacionada con la recompensa, volviéndonos más susceptibles a la depresión.

Si se aplica repetidas veces, la lógica de la respuesta al estrés (“no te molestes en arreglar las cosas ahora, déjalas para después”) puede traducirse en la imposibilidad de revertir el daño de la bacteria responsable de las úlceras gástricas, Helicobacter pylori. En el caso de las mujeres, la supresión continua de la función reproductora puede alterar la ovulación y hacer que un óvulo fecundado tenga dificultades para implantarse, mientras que los hombres pueden experimentar una disminución en los niveles de testosterona, la cuenta espermática y la firmeza de la erección.

Pero podría ser peor. Si por casualidad tienes sobrepeso y poca actividad (combinación muy común en la vida occidentalizada), el estrés crónico puede ocasionar que las células de grasa se vuelvan resistentes a los efectos de la insulina, provocando un exceso orgiástico de grasa y glucosa circulantes que, a su vez, precipitan toda suerte de daños en los vasos sanguíneos y elevan el riesgo de desarrollar diabetes del adulto. Y aunque de inicio el estrés estimula al máximo el sistema inmunitario, con el tiempo actúa suprimiendo la respuesta inmunológica. Diversos estudios han demostrado, de manera consistente, que el estrés puede precipitar brotes de herpes e incrementar el riesgo de contraer enfermedades como resfriado común y mononucleosis, incluso reducir la función inmunológica de pacientes con sida.

Sin embargo, sólo ha podido establecerse una tenue relación entre el estrés y el cáncer. Al fin, una buena noticia.

No todas las psiques son iguales
Analicemos estos ejemplos: hablar en público no me perturba en absoluto (de hecho, me resulta muy vigorizante), pero la idea de actuar en un escenario me hace trizas los nervios. Disfruto de escalar grandes alturas, pero el buceo con tanque me pone a temblar. Y aunque me tranquilizo interpretando una obra para piano lenta, que invite a la reflexión, me moriría de aburrimiento y ansiedad si tratase de meditar. Sin lugar a dudas, muchos lectores tendrán el perfil contrario. Un embotellamiento de tráfico, un libro de suspenso, el impulso de charlar con un desconocido atractivo… ¿Por qué estas situaciones son fuente de estrés psicológico para unos y no para otros?

Empecemos por estudiar las condiciones psicológicas que dan origen a una experiencia estresante con el clásico experimento del sujeto que se encuentra sentado a solas en una habitación. De vez en cuando, le asalta un sonido agudo y tan intenso que eleva su presión sanguínea. Mientras, en otra habitación, hay un segundo sujeto expuesto al mismo ruido que ha recibido la indicación de presionar repetidamente un botón para disminuir la probabilidad de que ocurra el sonido. En realidad, el botón no sirve para nada, pero el individuo no deja de presionarlo, pensando: “No quiero ni imaginar las veces que tendría que oír ese maldito ruido si no estuviera apretando esta cosa”. Dicho de otra manera, tiene una sensación de control. ¿Y adivina qué? Su presión no se eleva. Incluso si ni siquiera se molesta en oprimir el botón, la certidumbre de tenerlo a mano, por si acaso, basta para reducir su presión arterial.

Modifiquemos el ambiente experimental. De nueva cuenta tenemos dos voluntarios sometidos a un ataque de ruidos aleatorios, pero ahora, en vez de presionar un botón, uno de los sujetos recibe una advertencia: cinco segundos antes de la descarga de sonido se encenderá una luz. A diferencia de su colega del otro cuarto, esta persona sabe que debe prepararse para oír el ruido o cubrirse los oídos con las manos y, en consecuencia, su presión arterial no aumenta cuando llega el estímulo. Es el mismo razonamiento que todos utilizamos cuando, entre pausas de la fresadora, preguntamos al dentista cuánto más debemos aguantar. En suma, la situación se vuelve menos estresante si tenemos “información predictiva”.

Por el contrario, si queremos infundir estrés en la vida de otros (digamos, una rata de laboratorio), sólo hace falta modificar una situación que se creía previsible. Por ejemplo, entrena una rata para que presione 25 veces una palanca y reciba una bolita de alimento y luego deja de darle la recompensa. La rata seguirá presionando la palanca 25 veces y luego 25 más, pero sin resultados. El animal se sentirá frustrado y esto elevará su presión sanguínea. Sin embargo, si damos a la rata un medio para desahogar esa frustración, como una barra de madera para roer, la presión arterial no se elevará mucho. Mejor aún: introduce otra rata más pequeña en la jaula y lo más factible es que el animal frustrado muerda al recién llegado reduciendo así su respuesta al estrés. Muchas veces he observado una conducta similar en los papiones de la sabana y es muy posible que usted haya visto a una persona con autoridad “haciendo papilla” a un subordinado para aliviar su estrés. Parece que, lamentablemente, la mejor manera de evitar una úlcera es provocársela al prójimo.

Ahora bien, tener a un subordinado del cual abusar no es tan beneficioso como recurrir a un amigo. Un papión hembra que sufre la pérdida de su cría experimenta una respuesta al estrés más ligera si, luego del incidente, busca la compañía de otras hembras para acicalarse. El efecto es aún más pronunciado cuando la madre interactúa con un pequeño grupo de parientes y amigos (sí, es un término aceptable en el campo de la primatología). Lo mismo sucede con los humanos. En pequeña escala, si exponemos a un voluntario a un estresante leve como hablar en público, su presión sanguínea no se elevará tanto si hay un amigo presente; en gran escala, la tasa de mortalidad secundaria de gran variedad de enfermedades infecciosas se eleva en proporción directa con el grado de aislamiento social del individuo.

En pocas palabras, nos estresamos mucho menos cuando creemos que las circunstancias son controlables y previsibles y disponemos de un vehículo para desahogar la frustración o contamos con apoyo emocional. ¿Por qué, entonces, hay personas que creen tener el control y otras no, estando en igualdad de circunstancias? ¿Por qué algunos aprovechamos el apoyo social potencial en momentos de estrés, en tanto que otros ahuyentan a cuantos los rodean?
Es allí donde entran en juego las diferencias de personalidad y temperamento, y no sólo en los humanos. En los National Institutes of Health, Stephen Suomi estudiaba una población de monos rhesus en la que cerca de 20% de los individuos eran “grandes reactores”, es decir, monos inusualmente tímidos y retraídos que se angustiaban frente a situaciones nuevas y tendían a deprimirse al separarse de un ser querido. Entre los papiones salvajes que componen mi población de estudio también hay individuos que perciben la fosa de agua medio vacía o medio llena. Al ver un rival dormido en el extremo más apartado del campo, un macho dominante puede enloquecer como si lo tuviera enfrente, porque no entiende que un papión lejano y dormido es una amenaza mínima y previsible. Es obvio que este macho alfa tendrá continuamente activada la respuesta al estrés y, en consecuencia, sus niveles de hormona del estrés estarán elevados de manera crónica, lo mismo que su presión arterial.

Huelga decir que ese papión tiene una contraparte en los humanos, la famosa personalidad tipo A, la cual interpreta cualquier acontecimiento como prueba de que vive en un mundo hostil. Este tipo de personalidad conlleva un riesgo importante de enfermedad cardiovascular, en tanto que dos de nuestros trastornos psiquiátricos más frecuentes, ansiedad y depresión, también se relacionan con respuestas excesivas al estrés y al riesgo asociado de enfermedad. Las personas ansiosas se creen rodeadas de agentes estresantes que no pueden controlar y tienden a estar en constante vigilancia aun cuando no existan amenazas reales. En el caso de la depresión, el individuo es incapaz de percibir o aprovechar la información predictiva, los mecanismos de defensa y el apoyo social.

Lo anterior nos lleva a cuestionar por qué algunos tendemos más que otros a la ansiedad y la depresión. Es indudable que, en cierta medida, los genes influyen. Por ejemplo, Stephen Suomi ha demostrado que las crías de mono rhesus tienen una probabilidad significativa de compartir ciertos rasgos de personalidad con sus padres machos, aun cuando estos no sean miembros del grupo social de las crías. Por otra parte, Suomi comprobó que los monos jóvenes con rasgos de la personalidad de gran reactor pierden esas características cuando son criados por madres sustitutas inusualmente atentas, así que también debemos dar crédito a la intervención de factores ambientales.

Otra demostración de la interacción de genes y ambiente procede de un reciente estudio en torno al estrés y la depresión en adultos jóvenes, a cargo de Avshalom Caspi, de la Universidad de Duke. Se sabe que la depresión deriva de niveles anormales de un neurotransmisor llamado serotonina. Un individuo puede tener una de las dos versiones de un gen que regula la cantidad que llega a las neuronas, y una de las versiones suele observarse con más frecuencia que la otra en personas deprimidas. ¿Debemos concluir que quienes tienen la primera versión están destinados a la depresión? De ninguna manera. Caspi demostró que la presencia del gen eleva el riesgo de depresión sólo con antecedentes de exposición repetida a agentes estresantes importantes, como maltrato infantil. Es por eso que la variación del gen no causa depresión, aunque influye en la susceptibilidad del individuo a un ambiente estresante.
En conclusión, aunque no hay duda de que el estrés causa daños en nuestros cuerpos, es nuestra psique la que determina cuáles de los desafíos que encaramos van a repercutir en nuestro organismo. Y así como no podemos entender la biología del estrés sin entender al individuo, es imposible entender al individuo sin tomar en cuenta la sociedad donde transcurre su existencia.

Primates ricos y pobres
Si puedes elegir, no renazcas como papión de bajo rango. En ese sistema social, jerárquico y violento, la vida de un subordinado está repleta de estrés. Los individuos de bajo rango son perseguidos, atacados y lesionados sólo porque los de un nivel jerárquico superior tuvieron un mal día, y la situación de los machos se exacerba debido a la falta de apoyo social porque, a diferencia de las hembras, inmigran al grupo en la adolescencia y no tienen familiares inmediatos que los apoyen.

Los factores estresantes han dejado huella en la biología de los individuos de bajo rango. Entre los papiones salvajes de mi población de estudio, los subordinados tienen altos niveles de glucocorticoides en estado de reposo y menor capacidad para interrumpir la secreción hormonal una vez concluido el incidente estresante. Sus gónadas dejan de funcionar fácilmente a causa del estrés y tienen una presión sanguínea más alta con bajos niveles del colesterol “bueno”. Sus sistemas inmunológicos se vuelven menos capaces de reparar lesiones y la química cerebral es propensa a la ansiedad. Su mala salud se debe, en gran medida, a las consecuencias psicosociales de su mísera posición en la sociedad de los papiones.

Por supuesto, las estructuras sociales humanas son mucho más complejas. Más que uno solo, tenemos varios rangos en las distintas jerarquías, así que valoramos aquéllas en las que somos más exitosos (mi trabajo es insignificante, pero los domingos soy capitán del equipo de softball), recurrimos a estándares internos para revalorizar el rango externo (¿Saqué 7 en un examen? ¡Estupendo! ¡Creí que sería 6!) y otros instrumentos de compensación. Sin embargo, nacemos en un sistema de rangos con una capacidad abrumadora para provocar estrés. Si quieres saber cómo es la vida de un primate subordinado, te invito a ser un humano pobre en la sociedad occidentalizada.

La pobreza está plagada de estresantes físicos: ondas de calor asesinas en asentamientos sofocantes, caminatas cuesta arriba con los víveres porque el autobús llegó tarde, el arduo trabajo manual. También impera una desproporcionada cantidad de estrés psicológico, como la falta de control, lo imprevisible de otra búsqueda de empleo, la incertidumbre de sufrir o no un asalto al caminar de vuelta a casa en tu peligroso barrio. Hay menos mecanismos para hacer frente al estrés: los pobres no pueden pedir un permiso laboral sin goce de sueldo para elucidar qué esperan de la vida, ni pueden disipar tensiones en el gimnasio. Por último, la imagen de una familia pobre, pero unida y alentadora, es más la excepción que la regla, pues el apoyo social se viene abajo cuando todos tienen que desempeñar tres empleos.

Entonces, ¿la pobreza va de la mano con la mala salud? Por supuesto. El problema estriba en el gradiente de salud que abarca la totalidad del escalafón socioeconómico: partiendo del nivel superior hacia el más bajo, la salud y la expectativa de vida empeoran progresivamente. Esta situación fue señalada de manera muy particular en los estudios Whitehall, en los que el investigador Michael Marmot, del University College en Londres, utilizó gran variedad de parámetros para demostrar que, en la muy estructurada jerarquía del servicio público británico, la salud empeora gradualmente de arriba hacia abajo. Es imposible explicar este fenómeno argumentando un acceso desigual al tratamiento médico, porque el Reino Unido se cuenta entre las naciones que proporcionan atención médica universal. Y aunque resulta innegable que cuanto más baja es la condición socioeconómica mayor es la probabilidad de fumar y llevar una dieta poco saludable, estos factores de riesgo no son la razón primaria de las diferencias de salud entre ricos y pobres. Buena parte de las estadísticas bien documentadas de la población de Whitehall y otros sujetos de estudio muestra que los factores de riesgo representan sólo cerca de un tercio de la relación entre nivel socioeconómico y salud.

El motor principal de este gradiente es el estrés. Y no sólo el de ser pobre, sino el de “sentirse” pobre. En un estudio, Nancy Adler, de la Universidad de California en San Francisco, mostró a sus voluntarios la imagen de una escalera de 10 peldaños y pidió que, comparándose con otras personas, indicaran el nivel que creían ocupar. Esta evaluación subjetiva de la condición social fue un pronosticador de salud bueno o incluso mejor que el nivel objetivo de ingreso. En un análisis más reciente, Adler ha demostrado que “sentirse relativamente pobre” conlleva tanto una evaluación de la situación personal como un sentimiento de seguridad financiera, y todo se trata del control y la previsibilidad. Así, podemos ir más lejos y afirmar que la pobreza es más estresante cuando está rodeada de abundancia. Con independencia del nivel absoluto de ingreso, cuanto mayor es la desigualdad del ingreso en una sociedad, peor es el gradiente de salud. En sociedades más igualitarias, como la canadiense y la escandinava, el gradiente de salud entre los niveles socioeconómicos más alto y más bajo es mucho menos marcado. Nada es más corrosivo que estar rodeados de recordatorios de que la vida no nos trata tan bien como a otros. La mala salud no es sólo cuestión de sentirnos pobres, sino de que nos hagan sentir pobres.

¿Qué podemos hacer?
A estas alturas, sin duda estarás ansioso por leer alguna buena noticia. Y hay muchas. Primero, ten en cuenta que el objetivo de entender el estrés no es evitarlo a toda costa. Una emoción de intensidad y duración adecuadas (un recorrido en la montaña rusa, una película de horror, un feroz oponente de ajedrez al que quizá puedas vencer) libera dopamina en las vías cerebrales del placer. Es una sensación agradable. Ese buen estrés es lo que conocemos como estimulación y hasta pagamos por experimentarlo.

También hay formas de contrarrestar los efectos adversos del estrés crónico: con vacunas y fármacos en el nivel biológico y, en el personal, con técnicas de control, como meditación, oración, ejercicio, psicoterapia, pasatiempos y ocasiones sociales. Algunas de estas estrategias suprimen directamente la respuesta del cuerpo al estrés; por ejemplo, la respiración pausada y profunda de la meditación reduce la liberación de hormonas del estrés, mientras que el ejercicio regular disminuye los niveles de dichas hormonas en estado de reposo. Otras actividades contribuyen elevando el sentimiento de control y previsibilidad, como sucede con numerosas prácticas religiosas que proporcionan respuestas a lo absolutamente inexplicable. Y el ámbito social también puede aportar muchos beneficios, incluido el caso muy particular de sentirnos necesarios cuando ayudamos a otros.

Otra buena noticia se remonta a nuestros orígenes. No sólo es improbable que los lectores de esta revista sufran de disentería, sino que también es poco probable que pierdan sus viviendas, padezcan hambruna o se vean amenazados por leones. Mientras lidiamos con embotellamientos, fechas de entrega, hipotecas e inversiones fallidas, vale la pena recordar que todo es parte del mundo que hemos construido; son agentes estresantes incomprensibles para cualquier ñu o incluso para algunos humanos. Así como somos lo bastante inteligentes para inventar preocupaciones, ambiciones y celos –y lo suficientemente tontos para caer en sus trampas–, todos tenemos el potencial de ser lo bastante sabios para darles la perspectiva correcta.

 

 

Biónica

Biónica

Bió-ni-ca

Etimología: de bios (“vida”) y ónica, como en electrónica; el estudio de sistemas mecánicos que funcionan como organismos vivos o como partes de ellos.

Por Josh Fischman

Al entrar al salón en el Centro de Aprendizaje Kiddie Kottage, cerca de Knoxville, Tennessee, Amanda Kitts se ve de pronto rodeada por niños de cuatro y cinco años. “Hola niños, ¿cómo están hoy mis bebés?”. Esbelta y energética, Amanda ha dirigido esta y otras dos guarderías durante casi 20 años. Pone las manos sobre las rodillas y se inclina para hablar con una niña pequeña.

“¡El brazo robot!”, gritan varios niños.

“¿Ah, lo recuerdan?”, dice Kitts, extendiendo su brazo izquierdo. Pone la palma de su mano hacia arriba. Hay un leve zumbido. Si uno no prestara mucha atención, no lo oiría. Dobla su codo y lo acompañan más zumbidos.

“¡Haz que haga algo chistoso!”, dice una niña.

“¿Chistoso? ¿Recuerdas cómo puedo estrechar tu mano?”, pregunta Amanda Kitts, extendiendo su brazo y rotando la muñeca. Un niño acerca la mano para tocarle los dedos. Lo que roza son unos dedos de plástico color piel, doblados ligeramente hacia adentro. Debajo hay tres motores, un armazón de metal y una sofisticada red electrónica. Hasta arriba de este montaje hay un recipiente blanco de plástico, a la mitad del bíceps de Kitts, rodeando el muñón, casi todo lo que queda del brazo que perdió en un accidente automovilístico en 2006.

Casi, pero no todo porque, en su cerebro, de manera inconsciente, vive una imagen intacta de ese brazo, un fantasma. Cuando Kitts piensa que flexiona el codo, el fantasma se mueve. Los impulsos que van de su cerebro hacia abajo a gran velocidad son recogidos por sensores de electrodos localizados en el recipiente blanco, donde se convierten en señales que mueven los motores y el codo artificial se dobla.

“No pienso en ello. Sólo lo muevo –dice esta mujer de 40 años, quien además de este modelo estándar usa otro más experimental, que le brinda un control aún mayor–. Después de mi accidente me sentí perdida. Ahora estoy emocionada porque siguen mejorando el brazo. Algún día podré sentir con él y usarlo para aplaudir al ritmo de las canciones de mis niños”.

Kitts es una prueba viviente de que aun cuando carne y hueso hayan sido dañados o destruidos, los nervios y las partes del cerebro que los controlaban siguen vivos. Usando electrodos microscópicos y magia quirúrgica, los doctores han empezado a conectar estas partes a dispositivos como cámaras, micrófonos y motores. Gracias a esto, hay ciegos que pueden ver y sordos que escuchan. Y Kitts puede doblar sus blusas.

Las máquinas que usan se llaman prótesis neurales o biónicas,
término popularizado por la ciencia ficción al que los científicos se han acostumbrado. Eric Schremp, quien quedó tetrapléjico cuando se destrozó el cuello al tirarse un clavado en una alberca en 1992, ahora tiene un dispositivo electrónico debajo de la piel que le permite mover los dedos para tomar un tenedor. Jo Ann Lewis, una mujer ciega, puede ver las siluetas de los árboles con la ayuda de una cámara diminuta que se comunica con su nervio óptico. Y Tammy Kenny puede hablarle a su hijo de 18 meses, Aiden, y él puede contestarle, porque el niño, quien nació sordo, tiene 22 electrodos dentro de su oído que transforman los sonidos recogidos por un micrófono en señales que su nervio auditivo puede entender.

Así como han aprendido que es posible conectar la máquina con la mente, los científicos también se han dado cuenta de lo difícil que es mantener esa conexión. Por ejemplo, basta con que el vaso del brazo de Kitts se mueva un poco, para que quizá ya no pueda cerrar los dedos. Aún así, la biónica es un gran avance que permite a los investigadores devolverle a la gente, como nunca antes fue posible, gran parte de lo que perdió.
“En realidad, es de lo que se trata este trabajo: restauración –dice Joseph Pancrazio, director del programa de ingeniería neural en el Instituto Nacional de Desórdenes Neurológicos y Apoplejías–. Mi definición del éxito es que una persona con daño en médula espinal pueda ir a un restaurante y comer sin ayuda”.

Los estantes de la oficina de Robert Lipschutz, en el Instituto de Rehabilitación de Chicago (RIC, por sus siglas en inglés), están llenos con la historia de varios intentos de restauración del cuerpo usando manos, piernas y pies hechos por el hombre. “La tecnología básica de los brazos prostéticos no ha cambiado mucho en los últimos 100 años –dice–. Los materiales sí son distintos, usamos plástico en lugar de cuero, pero la idea básica es la misma”. Lipschutz toma un armazón de plástico de una repisa.

Es un brazo izquierdo con todo y hombro. El hombro es una especie de peto que se asegura al pecho con un arnés. El brazo, con bisagras que se unen al hombro y al codo, termina en una pinza metálica. Para extender el brazo, la cabeza se gira a la izquierda y con la barbilla se oprime un botón. Es tan incómodo como suena. Y pesado. Después de 20 minutos el cuello duele por culpa de la postura extraña y el esfuerzo de presionar las palancas. Muchos amputados terminan descartando este tipo de brazos.

“A veces me es difícil darle estos dispositivos a la gente –dice Lipschutz–, porque no sabemos si realmente ayudarán”. Según él y otros del ric, lo que podría ser más útil es el tipo de prótesis que Amanda Kitts se ha ofrecido a probar: controladas por el cerebro, no por otras partes del cuerpo. Una técnica llamada restauración nerviosa muscular dirigida usa los nervios que quedaron tras la amputación para controlar un miembro artificial. Se probó por primera vez en un paciente en 2002. Cuatro años más tarde Tommy Kitts, esposo de Amanda, leyó sobre la nueva técnica en Internet mientras su esposa yacía en un cuarto de hospital después de su accidente.

“Parecía la mejor opción disponible, muy por encima de motores e interruptores –dice Tommy–. De hecho, Amanda se emocionó con la idea”. Al poco tiempo estaban a bordo de un avión rumbo a Illinois.

Todd Kuiken, médico e ingeniero biomédico del ric, fue el responsable de lo que el instituto había empezado a llamar el “brazo biónico”. Él sabía que los nervios en el muñón todavía pueden transmitir señales del cerebro. Y que una computadora dentro de una prótesis puede dirigir motores eléctricos para que muevan el miembro. El problema era hacer la conexión. Los nervios conducen la electricidad, pero no se pueden unir a un cable de computadora (las fibras nerviosas y los cables metálicos no se llevan bien. Una herida abierta para que un cable entre al cuerpo sería una vía de entrada peligrosa para las infecciones).

Kuiken necesitaba un amplificador que aumentara la intensidad de las señales de los nervios y evitara la necesidad de unir estos directamente con los cables de la computadora. Encontró un amplificador en los músculos. Cuando los músculos se contraen, disparan una ráfaga eléctrica suficientemente fuerte para ser detectada por un electrodo colocado en la piel. Kuiken desarrolló una técnica para desviar nervios rotos de las partes dañadas hacia otros músculos que dieran la intensidad apropiada a las señales.

En octubre de 2006, Kuiken se dispuso a renovar el cableado de Amanda Kitts. El primer paso era rescatar los nervios más importantes que alguna vez recorrieron todo su brazo. Los nervios nacían en el cerebro de Kitts, en la corteza motora, que tiene un mapa aproximado del cuerpo, pero se detenían al final de su muñón. En una operación complicada, un cirujano desvió esos nervios hacia diferentes regiones de los músculos en el muñón. Durante meses los nervios crecieron, milímetro a milímetro, adentrándose más en sus nuevos hogares.

“A los tres meses comencé a sentir pequeños espasmos y cosquilleos –dice Kitts–. A los cuatro meses podía sentir realmente distintas partes de mi mano al tocar lo que quedó de mi brazo. Podía tocarlo en distintos lugares y sentir diferentes dedos”. Lo que estaba sintiendo eran partes del brazo fantasma, dibujado en su cerebro, ahora reconectadas a su cuerpo. Cuando Kitts pensaba en mover esos dedos fantasmas, los músculos de la parte real de su brazo se contraían.

Un mes después se le colocó su primer brazo biónico, que tenía electrodos en el recipiente que rodeaba el muñón para captar las señales de los músculos. Ahora el reto era convertir esas señales en órdenes que movieran codo y mano. Una tormenta de ruido eléctrico salía de la pequeña región en el brazo de Kitts. En algún lugar se encontraba la señal que significaba “endereza el codo” o “gira la muñeca”. Hubo que programar un microprocesador en la prótesis para que atrapara la señal correcta y la enviara al motor adecuado.

Lo que ha permitido encontrar esas señales es el brazo fantasma de Kitts. En un laboratorio del ric, el ingeniero Blair Lock afina la programación. Hace que Kitts se quite el brazo artificial para cubrir su muñón con electrodos. Ella se pone de pie frente a una gran pantalla plana de televisión que muestra un brazo incorpóreo color carne flotando en un espacio azul: una visualización de su fantasma. Los electrodos de Lock recogen órdenes del cerebro de Kitts que llegan hasta el muñón y el brazo virtual se mueve.
En un murmullo, para no romper la concentración de Kitts, Lock le dice que gire su mano, con la palma hacia adentro. En la pantalla, la mano gira, con la palma hacia adentro. “Ahora extiende tu muñeca, palma hacia arriba”, le indica Lock. La mano de la pantalla se mueve. “¿Salió mejor que la última vez?”, pregunta ella. “Oh, sí. Señales fuertes”. Kitts se ríe. Ahora Lock le pide alinear su pulgar con los otros dedos. La mano de la pantalla obedece. Kitts abre los ojos de par en par. “¡Vaya! ¡No sabía que podía hacer eso!”. Una vez que se identifican las señales musculares asociadas con un movimiento en particular, se programa la computadora del brazo artificial para buscarlas y activar el motor correcto.

Kitts practicó con su nuevo brazo en un piso debajo de la oficina de Kuiken, en un departamento arreglado con todo lo que un amputado recién equipado podría necesitar: una cocina con estufa, cubiertos en un cajón, una cama, un armario con ganchos, un baño, escaleras; son cosas que la gente usa todos los días sin pensarlo, pero que representan enormes obstáculos para alguien que carece de un miembro. Ver a Kitts preparar un sándwich de crema de maní en la cocina es sorprendente. Con la manga enrollada para mostrar el miembro de plástico, sus movimientos son fluidos. Su brazo vivo sostiene una rebanada de pan, sus dedos artificiales toman un cuchillo, el codo se dobla y la crema se unta de un lado a otro del pan.

“Al principio no era fácil –dice Kitts–. Intentaba moverlo y no siempre iba hacia donde quería”. Pero practicó y, mientras más usaba el brazo, más auténticos se sentían los movimientos. Lo que a ella le gustaría mucho ahora es tener sensibilidad. Sería de gran ayuda para varias tareas, incluyendo una de sus favoritas: tomar café.

“El problema con los vasos de cartón que se usan para el café es que mi mano se cerrará hasta tener un agarre sólido. Pero con un vaso de cartón el agarre nunca es sólido –explica Kitts–. Eso me pasó una vez en Starbucks. Apretaba y apretaba hasta que el vaso hizo ‘pop’”.

Hay una buena posibilidad de que ella adquiera sensibilidad. Junto con el Laboratorio de Física Aplicada de la Universidad Johns Hopkins, el ric ha estado desarrollando un nuevo prototipo para Kitts y otros pacientes que no sólo tiene más flexibilidad –más motores y articulaciones–, sino que cuenta con almohadillas en las puntas de los dedos que sirven para sentir presión. Las almohadillas se conectan a unas pequeñas barras semejantes a pistones que tocan el muñón de Kitts. Mientras más dura sea la presión, más fuerte es la sensación en sus dedos fantasma.

“Puedo sentir qué tan duro es mi agarre”, agrega Kitts. También puede sentir la diferencia entre frotar algo áspero, como una lija, y algo suave, como el vidrio, por la velocidad a la que vibran las barras. “Quiero que ya me lo den para poder llevármelo. Pero es mucho más complicado que el brazo que sí me llevo a casa, así que todavía no es completamente confiable”.

A diferencia de Kitts, Eric Schremp no necesita manos artificiales. Sólo que sus manos naturales funcionen. No lo habían hecho desde que se rompió el cuello en 1992 y quedó tetrapléjico. Sin embargo, ahora este cuadragenario de Ohio puede tomar un cuchillo o un tenedor, gracias a un implante desarrollado por Hunter Peckham, ingeniero biomédico de la Universidad Case Western Reserve, en Cleveland. “Nuestra meta es restablecer el agarre de la mano –dice Peckham–. El uso de las manos es clave para ser independiente”.

Los músculos de los dedos de Schremp y los nervios que los controlan todavía existen, pero las señales del cerebro se truncan en el cuello. El equipo de Peckham extendió ocho electrodos microdelgados, desde el pecho de Schremp, que pasan por debajo de la piel de su brazo derecho y llegan hasta los músculos en los dedos. Cuando un músculo en su pecho se contrae, dispara una señal que se envía con un transmisor de radio a una pequeña computadora que cuelga de su silla de ruedas. La computadora interpreta la señal y la devuelve por radio al receptor implantado en el pecho, donde la señal viaja a través de cables por el brazo de Schremp hasta su mano. Ahí, la señal le dice a los músculos de los dedos que se cierren y aprieten. Todo sucede en un microsegundo. “Puedo tomar un tenedor y alimentarme –dice Schremp–. Eso significa mucho”.
Cerca de 250 personas han sido tratadas con esta técnica, pero todavía es experimental. Sin embargo, otro dispositivo biónico ha mostrado que el matrimonio entre mente y máquina puede ser poderoso y duradero; se ha implantado en casi 200 000 personas alrededor del mundo durante los últimos 30 años. Es el implante coclear. Aiden Kenny está entre sus usuarios más recientes. Su madre, Tammy Kenny, recuerda cómo hace un año se enteró de que a su bebé no podían ayudarlo los aparatos auditivos.
“Yo sólo lloraba y lo abrazaba –recuerda Tammy–, y sabía que no podía escucharme. ¿Cómo llegaría jamás a conocerme? Una vez, mi esposo golpeó dos cacerolas, esperando alguna respuesta”. Aiden nunca oyó el ruido.

Ahora el bebé sí logra escuchar el golpe de las cacerolas. En febrero de 2009, cirujanos del Hospital Johns Hopkins le implantaron sinuosas líneas con 22 electrodos en cada cóclea, parte del oído interno que suele detectar las vibraciones sonoras. En Aiden, un micrófono recoge sonidos y manda señales a los electrodos, que las transmiten directamente a los nervios.

“El día que pusieron a funcionar el implante, un mes después de la cirugía, notamos que respondió al sonido –dice Tammy Kenny–. Volteó con el sonido de mi voz. Fue asombroso”. Hoy, dice, con la ayuda de terapia intensiva, empieza a comprender el lenguaje y va alcanzando rápidamente a otros bebés que sí pueden oír.

A estos oídos biónicos probablemente les sigan los ojos biónicos. Jo Ann Lewis perdió la vista hace años debido a la retinosis pigmentaria, enfermedad degenerativa que destruye las células de los ojos encargadas de detectar la luz, denominadas conos y bastones. No obstante, hace poco recuperó parcialmente la visión gracias a los resultados de la investigación de Mark Humayun, oftalmólogo de la Universidad del Sur de California, y a una compañía llamada Second Sight.

Como suele suceder con esta enfermedad, parte de una capa interior de la retina de Jo Ann ha sobrevivido. Esta capa, llena de células bipolares y ganglionares, normalmente reúne señales de conos y bastones externos y las transmite a fibras que se fusionan con el nervio óptico. Nadie sabía en qué idioma hablaba la retina interior, o cómo darle imágenes que pudiera entender. Pero en 1992, Humayun empezó a colocar una diminuta matriz de electrodos en las retinas de pacientes con retinitis pigmentaria que fueron intervenidos quirúrgicamente por otras razones.

“Les pedimos que siguieran un punto y lo hicieron –dice Humayun–. Podían ver filas y columnas”. Después de otra década de pruebas, Humayun y sus colegas desarrollaron un sistema que llamaron Argos (en la mitología griega, gigante con cientos de ojos). Los pacientes recibían un par de anteojos oscuros con una pequeña cámara de video montada en ellos, junto con un transmisor. Las señales de video se enviaban a una computadora que los pacientes llevaban sujeta a un cinturón; esas señales se traducían en patrones de impulsos eléctricos que las células ganglionares podían entender, y después se transmitían a un receptor colocado detrás de la oreja. De ahí, un cable las llevaba dentro del ojo, a una matriz cuadrada de 16 electrodos delicadamente sujeta a la superficie de la retina. Los impulsos disparaban los electrodos. Los electrodos encendían células. Luego, el cerebro hacía el resto permitiendo a estos primeros pacientes ver contornos y algunas formas burdas.

En otoño de 2006, Humayun, Second Sight y un equipo internacional incrementaron el número de electrodos del arreglo a 60. Como una cámara con más pixeles, el nuevo arreglo producía una imagen más nítida. Jo Ann Lewis, de Rockwall, Texas, fue de las primeras en recibir uno. “Ahora puedo ver las siluetas de los árboles otra vez –dice ella–. Es una de las últimas cosas que recuerdo haber visto naturalmente. Hoy puedo ver ramas que sobresalen aquí y allá”.

Llevando aún más lejos el concepto de la prótesis neural, los investigadores han empezado a usarlo en el cerebro mismo. Los científicos detrás del proyecto BrainGate intentan conectar la corteza motora de pacientes completamente inmóviles directamente a una computadora, para que puedan mover objetos remotos con la mente. Hasta ahora, los pacientes que participan en las pruebas han logrado mover un cursor en una pantalla de computadora. Los investigadores incluso planean desarrollar un hipocampo –la parte del cerebro que guarda los recuerdos– artificial, con la intención de implantarlo en personas con pérdida de la memoria.

No todo funcionará a la perfección. Uno de los cuatro pacientes iniciales del proyecto BrainGate decidió que le quitaran el cable porque interfería con otros dispositivos médicos. Y Jo Ann Lewis dice que su visión no es lo suficientemente buena como para cruzar la calle. Sin embargo, Kitts hoy tiene en su muñón un nuevo recipiente, más elástico, que alinea mejor los electrodos con los nervios que controlan el brazo.
“Damos a la gente mejores herramientas que las que había antes. Pero aún son rudimentarias, como un martillo comparado con la complejidad del cuerpo humano. Son una vela comparadas con la luz deslumbrante que es la Madre Naturaleza”, señala Kuiken. Pero aun así, al menos quienes las usan pueden sujetar la vela. Y algunos pueden incluso verla parpadear en la oscuridad.